¡Hablemos de las sentadillas!
Primero, ¿por qué nunca descartarlas? Porque principalmente, trabajan los cuádriceps, glúteos y aductores, pero también involucran los isquiotibiales, los músculos de la pantorrilla y la zona lumbar. Además, hacen maravillas por tu postura. Pero claro, como en cualquier ejercicio, hay que tener cuidado para no tropezar.
Las sentadillas son el pan de cada día en el reino del ejercicio. Ya sea la versión clásica, isométrica, sumo, ¡o incluso la de una pierna!, hay un sinfín de variantes. Cada una tiene su magia y trabaja distintas partes de tu cuerpo.
Ojo, las sentadillas mal hechas...
Puede generar desequilibrios que sobrecargan tus caderas y rodillas. Y créenos, nadie quiere salir lastimado.
Consejos para hacerlas como un pro:
1. Distribuye el peso:
Cuando te agachas, intenta no cargar todo el peso en la punta de tus pies. Eso puede hacer que tu espalda se descontrole. Mejor trata de llevar el peso hacia los talones. ¡Y activa esos abdominales y lumbares para un soporte extra!
2. Conserva la postura:
Mantén la espalda recta, mirada al frente, hombros relajados. No te preocupes tanto si tus rodillas sobrepasan un poquito tus pies. El truco está en no exagerar y mantener la espalda como una tabla.
3. Comienza con orden:
Antes de lanzarte con todas las variantes de sentadillas, asegúrate de dominar la posición básica. De pie, espalda recta, abdomen apretado, piernas al ancho de los hombros. ¿Lo tienes? ¡Entonces estás listo!
4. Desciende al máximo, dentro de lo posible:
Cuando te agaches, no te quedes a medias. Baja todo lo que puedas sin sacrificar la espalda recta. No te preocupes, ¡tus piernas lo agradecerán después!
Ahora, recuerda, cada uno tiene su propio ritmo. No te apresures, disfruta del proceso. Intégralas poco a poco en tu rutina si estás comenzando. Con el tiempo, verás cómo este ejercicio pasa de ser un desafío a convertirse en uno de tus favoritos.
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