Aunque pueda parecer inofensivo, diversos estudios sugieren que comer mientras nos distraemos con dispositivos electrónicos puede tener un impacto negativo en la capacidad del organismo para reconocer las señales de saciedad, lo que a su vez incrementa el riesgo de consumir alimentos en exceso.
La relación entre la distracción y la saciedad
El concepto de saciedad se refiere a las señales naturales que envía nuestro cuerpo cuando hemos comido suficiente. Estas señales son complejas e involucran a varios sistemas: el sistema digestivo, el sistema nervioso y diversas hormonas. Cuando estamos distraídos —por ejemplo, viendo la televisión o navegando en redes sociales—, el cerebro no procesa de manera adecuada las señales de saciedad, lo que puede llevarnos a seguir comiendo incluso después de haber alcanzado un nivel adecuado de ingesta.
Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition encontró que las personas que comen mientras ven la televisión suelen consumir alrededor de un 10-25% más de calorías que aquellas que comen sin distracciones. Además, la investigación indica que no solo comemos más en el momento, sino que también tendemos a recordar menos lo que hemos consumido, lo cual puede afectar nuestras decisiones alimentarias futuras y predisponernos a comer de más en posteriores comidas.
Otro estudio relevante, llevado a cabo por la Universidad de Sussex, encontró que el "comer distraído" reduce la respuesta del cerebro a las señales de saciedad en un 40%. Este cambio fisiológico tiene implicaciones significativas, ya que altera la respuesta del hipotálamo (la región del cerebro que regula el hambre), aumentando el riesgo de desarrollar hábitos de sobrealimentación.
Las estadísticas hablan: el impacto de la tecnología en la alimentación
La creciente disponibilidad de dispositivos móviles y servicios de streaming ha facilitado que millones de personas consuman alimentos frente a una pantalla, de acuerdo con un informe de la consultora Nielsen. Este hábito se observa en adultos y niños por igual, y un estudio de Obesity Reviews revela que, en el caso de los niños, ver televisión mientras se come está asociado con un aumento del 20% en la probabilidad de desarrollar sobrepeso u obesidad en la adultez.
Además, un informe de la Academy of Nutrition and Dietetics en Estados Unidos advierte que el consumo de alimentos frente a una pantalla también se relaciona con elecciones menos saludables. Las personas distraídas suelen optar por alimentos más ricos en grasas y azúcares, como snacks y comida rápida, en lugar de frutas, verduras o proteínas de alta calidad. Este patrón de elección contribuye, a su vez, al desequilibrio energético y a un aumento en la ingesta calórica diaria.
Estrategias para evitar comer frente a pantallas
Dada la abundante evidencia científica que respalda el impacto negativo de comer frente a pantallas, es importante tomar medidas conscientes para romper este hábito.
Practica la alimentación consciente: Comer con plena atención implica centrar la mente en los colores, sabores, texturas y aromas de cada bocado, así como en las señales de saciedad. Esto permite que el cerebro procese mejor la experiencia de la comida y mejore la regulación del apetito.
Establece un lugar específico para comer: Designar un espacio en la casa, libre de pantallas y distracciones, ayuda a crear un entorno que favorezca la concentración en la comida y, por ende, la percepción de saciedad.
Desconecta dispositivos antes de sentarte a la mesa: Intenta apagar el televisor, guardar el teléfono y dejar cualquier otro dispositivo lejos del alcance. Esto puede parecer complicado al principio, pero con el tiempo se convierte en una rutina que mejora la relación con la comida.
Fomenta la conversación en familia: Si se come en compañía, es útil generar un ambiente de conversación que permita desconectarse de las pantallas y concentrarse en la comida y en la interacción con los demás.
Registra tus patrones de alimentación: Mantener un diario de alimentos puede ayudar a identificar patrones de consumo frente a pantallas y a ser consciente del impacto que tienen las distracciones en la cantidad y calidad de los alimentos.
Beneficios de una alimentación consciente
Estudios recientes demuestran que adoptar una actitud de atención plena durante la comida ayuda a reducir la ingesta calórica en un promedio de 300 a 400 calorías al día, y favorece la elección de alimentos más saludables. Además, la alimentación consciente también se ha asociado con una mayor satisfacción después de las comidas, ya que se presta atención a cada bocado y se disfruta más de la experiencia.
Además, la alimentación consciente tiene beneficios psicológicos, como la reducción del estrés relacionado con la comida y una mejor regulación emocional. Estos factores son importantes para mantener un peso saludable y mejorar la salud en general.
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